La gente que tiene el trastorno de personalidad obsesivo compulsivo se caracteriza por una fijación en realizar las cosas de “la manera correcta”. Si bien muchos podrían envidiar su persistencia y dedicación, esta preocupación por los detalles en realidad evita que acaben una buena parte de cualquier cosa que se propongan.
Freud señaló que las personas con este trastorno se caracterizaban por tres elementos: orden (que incluye limpieza y meticulosidad); escrupulosidad; y obstinación.
¿Qué es el trastorno de personalidad obsesivo compulsivo?
Las personas con trastorno de personalidad obsesivo compulsivo son excesivamente ordenadas; pulcras; puntuales; organizados y meticulosos. Estos rasgos, que en principio, pueden ser considerados virtudes, dejan de serlo en estas personas. Esto es debido a que en realidad su excesiva preocupación por el orden; el perfeccionismo; o el control mental e interpersonal impiden la puesta en marcha de otros rasgos como la flexibilidad y la apertura a nuevas experiencias. Lo que pasa es que cuando realizan una tarea están tan extremadamente pendientes de las reglas; normas; listas; horarios; orden; etc. que pueden llegar a perder de vista el objetivo principal de su actividad. Así confunden lo que en realidad son aspectos formales de la tarea con la tarea en sí.
La tendencia al perfeccionismo les lleva a ser cuidadosos; a verificar reiteradamente que su trabajo está adecuadamente realizado; y a descartar errores, lo que da lugar a que les resulte difícil concluir las tareas a su debido tiempo.
Las personas con trastorno de la personalidad obsesivo compulsivo se muestran reticentes a deshacerse de objetos viejos, inútiles o inservibles. Son reacios a delegar trabajos a otras personas. Y son tacaños y estiman que los gastos deben ser estrictamente controlados para prevenir desgracias futuras. Son personas rígidas y testarudas; y les cuesta mucho cambiar de ideas o proyectos.
Criterios diagnósticos
El DSM describe el trastorno de la personalidad obsesivo compulsivo como un patrón general de preocupación por el orden; el perfeccionismo y el control mental e interpersonal a expensas de la flexibilidad, la espontaneidad y la eficacia que se manifiesta por:
- Se preocupa por los detalles, las normas, las listas, el orden, la organización o los horarios, hasta el punto de perder de vista el objetivo principal de la actividad.
- Su perfeccionismo interfiere con la finalización de las tareas.
- Se dedica excesivamente al trabajo y a la productividad con exclusión de las actividades de ocio y las amistades.
- Excesiva terquedad, escrupulosidad e inflexibilidad en temas de moral.
- Es incapaz de deshacerse de los objetos gastados o inútiles, incluso cuando no tienen valor sentimental.
- Es reacio a delegar tareas o trabajo en otros, a no ser que éstos se sometan exactamente a su manera de hacer las cosas.
- Adopta un estilo avaro en los gastos para sí y para los demás; el dinero se considera algo que hay que acumular con vistas a catástrofes futuras.
- Muestra rigidez y obstinación.
Diferencias con el trastorno obsesivo compulsivo
El trastorno de personalidad obsesivo compulsivo parece relacionarse de manera solo distante con el trastorno obsesivo compulsivo (TOC).
El trastorno obsesivo compulsivo es un trastorno de ansiedad que se caracteriza por la presencia de obsesiones y compulsiones. En este trastorno de ansiedad, las obsesiones y las compulsiones son evidentes y se suelen centrar en algunos temas concretos. De este modo no baraca la mayoría de los aspectos de la vida de la persona como si sucede en el trastorno de personalidad.
De todos modos, a pesar de las diferencias, es muy probable que ambos trastornos coexistan. Si bien una persona con trastorno de la personalidad obsesivo compulsivo no suele tener los pensamientos obsesivos y las conductas compulsivas que se ven en el TOC; las personas con TOC a veces manifiestan características del trastorno de personalidad, además como de otros de los trastornos de personalidad. Cuando esto sucede es importante hacer un diagnóstico de ambos.
Causas del trastorno de la personalidad obsesivo compulsivo
Puede haber una débil contribución genética a este trastorno. Algunas personas tal vez estén predispuestas a favorecer la estructuración en su vida, pero es necesario que exista un reforzamiento por parte de los padres de conformidad y pulcritud.
Es posible que los conflictos educativos que surgen durante el aprendizaje entre el niño y unos padres excesivamente exigentes y controladores, que continuamente critican lo que está mal y exigen de modo agresivo un buen comportamiento, vayan creando en el niño la idea de que siempre hay que hacerlo todo bien, que hay que ser perfectos, que todo debe estar bajo control, etc. Estos niños crecen aprendiendo que lo importante es lo que “no se debe hacer”. De este modo, la autocritica; la culpa; la ausencia de satisfacción con uno mismo y el comportamiento; y las dudas acerca de lo que se debe hacer y cómo hacerlo bien, se conviertan en un estilo de vida habitual de estas personas.
Por otro lado, teniendo en cuenta su comorbilidad con el TOC, es muy posible que ambos trastornos compartan aspectos etiológicos comunes. Entre ellos cabe destacar no solo variables relacionadas con el aprendizaje, sino también variables relativas a una cierta vulnerabilidad cognitiva y biológica.
Tratamiento del trastorno de la personalidad obsesivo compulsivo
No contamos son mucha información sobre si el tratamiento de las personas con trastorno de la personalidad obsesivo compulsivo es eficaz. La terapia a menudo trabaja los miedos que parecen subyacer a la necesidad de orden. Estos individuos con frecuencia temen que lo que hacen sea inadecuado, de modo que dejan para más tarde muchas cosas y cavilan en exceso sobre aspectos importantes y detalles menores.
La terapia cognitivo conductual es una de las utilizadas para el tratamiento de este trastorno. De hecho, muchas de las estrategias utilizadas para el TOC se aplican a estos pacientes. Es el caso del uso del gráfico de responsabilidades; los ejercicios de supresión del pensamiento; el análisis de costes beneficios; o la parada de pensamiento.
Escrito por: Blanca Fernández
Psicóloga sanitaria en ACM Psicólogos