El síndrome de intestino irritable, se caracteriza por manifestaciones crónicas o recurrentes de dolor o malestar abdominal, asociado a alteraciones en el hábito de eliminación, ya sea diarrea, estreñimiento o alternancia de ambos, con cambio en la consistencia de las heces y sin evidencias de daño orgánico identificable; por esto el colon irritable es considerado un trastorno funcional.
¿Existe conexión entre intestino y cerebro?
El intestino y el cerebro se desarrollan en la misma zona del embrión humano. Por lo tanto, el tracto gastrointestinal cuenta con un suministro muy rico de terminaciones nerviosas. Gracias a estas, en ocasiones le hacen denominarse como “el pequeño cerebro”. El intestino tiene algunas de las mismas terminaciones nerviosas y neurotransmisores que el cerebro. De esta forma, se mantiene ligado a través del núcleo grande (el locus ceruleus). Esta colección de células nerviosas es en parte responsable de controlar la ansiedad y el miedo, que podría explicar el porqué estas emociones se asocian con el funcionamiento del colon.
La conexión entre el cerebro y el cuerpo presenta una sencilla demostración. Cuando pedimos a las personas que imaginen alguna situación que ocasione síntomas de ansiedad (como desarrollar un examen, hablar en público, o tener un desacuerdo con el jefe), en gran parte tienen una respuesta tanto emocional como física. Esta es la manera en que el sistema nervioso central se prepara para el reto u objetivo. Los sentimientos emocionales pueden incluir miedo, ansiedad, estrés, aprehensión o duda. Las sensaciones físicas pueden englobar tensión muscular, sudoración, palpitaciones, falta de aire, dolores abdominales. Cada persona difiere en sus emociones o sensaciones y también en darse cuenta de lo que está pasando en su mente o su cuerpo.
¿Cuáles son los principales síntomas del intestino irritable?
Aunque en muchas ocasiones para establecer el diagnóstico de colon irritable ha sido necesario que la persona presentara diarrea, estreñimiento o una combinación de ambos, actualmente muchos profesionales lo diagnostican sin la necesidad de que se de este cuadro clínico. Por ejemplo, se puede considerar que digestiones lentas, hinchazón o excesiva flatulencia se pueden deber al padecimiento de esta enfermedad; en lugar de considerarlos como problemas digestivos independientes y aislados (hinchazón, dolor abdominal, etc…).
Sería conveniente decir que el síndrome del intestino irritable no se considera grave. Pero dependiendo de sus síntomas puede ser más o menos incapacitante. En relación con esto, existen casos más graves, en los que el paciente no puede hacer una vida laboral y social satisfactoria; hasta casos bastante más leves, en los que las molestias se presentan de forma más o menos continua pero permiten tener una calidad de vida aún con la incomodidad que estas molestias ocasionan.
Prevalencia en la población:
Estos síntomas afectan a más del 20% de la población alguna vez a lo largo de su vida (sin tener en cuenta las personas que no acuden a consulta médica), se entiende mejor esta distinción en grados de gravedad de los síntomas. Los casos con síntomas leves están muy extendidos en la población. La sintomatología puede aparecer a cualquier edad, aunque con mayor frecuencia en mujeres de 20-30 años.
Duración:
Con respecto al carácter crónico del intestino irritable, existen numerosos casos en los que los pacientes se muestran asintomáticos por largos periodos, si bien esta mejoría o curación relativa del síndrome se relaciona con una mejora generalizada de ciertos hábitos por parte del paciente mediante un proceso terapeutico (mejora de la alimentación, reducción del estrés, actividad física regular, toma de suplementos alimenticios y vitamínicos, etc.).
Los aspectos psicológicos (estrés ansiedad, irritabilidad, nerviosismo) originados por diversas causas personales juegan un importante papel en el síndrome de colon irritable, por consiguiente estos deben ser valorados y tratados mediante terapia cognitivo conductual para poder afrontar adecuadamente esta enfermedad.
¿Qué tratamientos psicológicos son más adecuados?
La terapia Cognitiva-Conductual permite incluir las variables de:
- La psicoeducación que favorece la comprensión del síndrome, sus síntomas y estrategias de resolución.
- El entrenamiento en relajación que favorece la disminución de síntomas de ansiedad y estrés.
- La reformulación cognitiva que fomentan el control y la identificación de pensamientos erróneos.
Los objetivos específicos del tratamiento psicológico dirigido por psicólogos madrid son:
- Detectar aquellas creencias que potencian la ansiedad anticipatoria y catastrófica, la cual eleva la hipervigilancia y la sensibilidad visceral dolorosa. Esta a su vez potencia la fantasía de enfermedad, la angustia y los síntomas colónicos.
- Interrumpir este círculo vicioso en el cual está encerrada la persona.
- Desarrollar nuevas conductas de afrontamiento para transformar la actitud personal ansiosa en una actitud adaptativa que permita a la persona tener una adecuada calidad de vida.
En ACM psicólogos trabajamos desde este enfoque de tipo cognitivo conductual para fomentar que la persona supere las creencias disfuncionales, las dificultades emocionales y las distorsiones que acarrean provocando sintomas de depresión y baja autoestima.
Además procuramos analizar la forma de pensar y de enfrentar los conflictos de cada paciente. De este modo, será usted mismo quien descubra nuevas formas de encarar su problemática. Se trabaja sobre las actitudes, las conductas, la expresión de las emociones y la manera de resolver los problemas interpersonales. Se buscan nuevas formas de disminuir la ansiedad y combatir los pensamientos negativos. Y básicamente, se trata de ayudar a esclarecer y modificar las creencias distorsionadas y las conductas que estas originan.
¿Qué beneficios tiene la terapia psicológica?
Entre otros, la implementación de la terapia psicológica que desarrollamos en ACM psicólogos para el tratamiento del síndrome de intestino irritable posibilita los siguientes alcances:
- Detectar los factores desencadenantes de las crisis.
- Aprender a ser más conscientes de los propios pensamientos, sentimientos, creencias y emociones que perpetúan el trastorno.
- Aprender métodos de afrontamiento para manejar mejor el estrés y la tensión emocional.
- Conseguir cambios más estables y profundos al modificar el comportamiento frente a la sintomatología.
- Mejoría de la calidad de vida en general.
Si presentas esta problemática y tienes dificultades para disfrutar de tu día a día, no dudes en ponerte en contacto con nuestro equipo llamando al 647 935 514.
Escrito por : Alba Ortiz
Colaboradora en ACM psicólogos