Entre los trastornos más complejos y difíciles de tratar, se encuentra el espectro del trastorno bipolar. Estos trastornos incluyen una combinación de factores biológicos, neurofisiológicos, cognitivos, conductuales y sistémicos.
¿Qué es el trastorno bipolar?
El trastorno bipolar es una enfermedad mental crónica que afecta aproximadamente al 1.5% de la población. Se caracteriza, principalmente, por intercalar fases de depresión (episodio depresivo) con periodos de manía (episodio maniaco) o hipomanía (episodio hipomaniaco).
El episodio depresivo se caracteriza por un periodo de tiempo, de al menos dos semanas, en el que la persona se siente muy triste y nota cambios en su forma de pensar (los pensamientos se vuelven oscuros y pesimistas); de sentir (tienen sensación de tristeza y ganas de lloras; reducción de la energía y aparición de cansancio; problemas de apetito y sueño; disminución de deseo sexual; mayor irritabilidad); y de actuar (reducen el número de actividades que realizan; y disminuye la atención, concentración y memoria).
Por su parte, la manía se caracteriza por periodos, de al menos una semana, en el que la persona nota una gran sensación de euforia y alegría que inunda su forma de pensar (se vuelven especialmente optimistas: la autoestima y la imagen de uno mismo mejoran enormemente); sus emociones (la sensación de alegría se convierte en euforia y extrema felicidad; se reduce la necesidad de sueño; puede aumentar el apetito; el deseo sexual aumenta; y a medida que el episodio avanza, la irritabilidad y el enfado fácil aumentan, pudiendo llegar a agresividad física); y sus acciones (aparecen la hiperactividad y la inquietud; se involucran en actividades nuevas; y gastan más dinero).
El episodio hipomaniaco, por su parte, es similar al maníaco pero de menor duración y con síntomas menos intensos. De hecho, es muy frecuente que pase desapercibido.
Existe, además, lo que se conoce como episodio mixto. Es un periodo de al menos una semana de duración en que la persona nota cambios cognitivos, emocionales y conductuales compatibles tanto con un episodio maníaco como con uno depresivo.
Tipos de trastorno bipolar
Existen diferentes tipos de trastorno violar: bipolar I, bipolar II y ciclotimia.
- Trastorno bipolar I. Para que una persona reciba el diagnóstico de este trastorno tiene que haber sufrido, al menos, un episodio depresivo y un episodio maniaco o mixto
- Trastorno bipolar II. Se caracteriza porque la persona ha sufrido, al menos un episodio depresivo y uno hipomaniaco.
- Ciclotimia o trastorno ciclotímico. La persona para recibir este diagnóstico tienen que notar alteraciones del estado de ánimo, al menos durante dos años. Estas alteraciones incluirían síntomas maníacos y depresivos pero no lo suficientemente severos como para hablar de episodio depresivo; maníaco; o hipomaniaco.
Causas del trastorno
Aunque hay muchas líneas de investigación y tentativas de modelos explicativos, todos coinciden en que el trastorno bipolar tiene una base genética. Se estima que una persona con un padre o madre bipolar, tiene aproximadamente un 12% de probabilidades de heredar el trastorno.
Son varias las investigaciones que hablan del aporte biológico del trastorno bipolar. Por su parte, las explicaciones psicológicas del origen de este trastorno no son suficientemente sólidas. Sin embargo, las hipótesis más elaboradas proponen el desarrollo de un perfil de vulnerabilidad psicológica que, al interactuar con la predisposición genética y los estresores ambientales, provocan el inicio del problema.
Tratamiento del trastorno bipolar
El tratamiento cognitivo conductual es importante para la intervención de este trastorno. El tratamiento farmacológico es el más eficaz. Sin embargo, se ha visto que la intervención psicológica ayuda a la aceptación de la enfermedad y compromiso del tratamiento.
De hecho, los objetivos del tratamiento serían los siguientes:
- Educación e información sobre el trastorno bipolar. El objetivo además, de conocer más la enfermedad, es la creación de expectativas realistas.
- Información y aumento de la adhesión al tratamiento farmacológico. Una parte importante del tratamiento psicológico se dedica a mejorar la adscripción a la pauta farmacológica. El tomar la medicación de la manera adecuada reduce de manera considerable el riesgo de recaídas. Además, sin un correcto uso de la medicación en estos pacientes, muchas veces, la intervención psicológica no puede ser llevada a cabo.
- Entrenamiento en estrategias psicológicas para luchar contra los episodios maníacos y depresivos. En ningún momento la intervención psicológica pretende sustituir a la farmacológica. Sin embargo, a pesar de tomar medicación, es importante enseñar a los pacientes técnicas cognitivo conductuales para evitar nuevos episodios. De esta forma, se enseña a los pacientes estrategias para el autocontrol sobre episodios incipientes.
- Mantenimiento de los logros y la prevención de recaídas. Aquí se plantean dos objetivos. Por una parte, mostrar a los pacientes un estilo de vida que aumente las posibilidades de control. Esto consiste en tener una forma de vida saludable con hábitos sanos y regularidades en el ritmo de vida. Y, por otro lado, el segundo objetivo implica el reconocimiento temprano de la aparición de síntomas y la aplicación de técnicas psicológicas aprendidas para frenarlos.
- Control de estrés ambiental. El estrés puede convertirse en una situación de alto riesgo para provocar nuevos episodios. Se enseña al paciente estrategias para lidiar con los problemas habituales de la vida cotidiana. Cada persona necesita algo diferente, pero es frecuente dedicar trabajo a aumentar la autoestima; reducir los miedos sociales; entrenar la asertividad; y aumentar las habilidades de resolución de problemas.
Escrito Por Blanca Fernández
Psicóloga General Sanitaria en ACM Psicólogos