¿Te has dado cuenta de que, con frecuencia, gran parte de nuestro sufrimiento proviene de las expectativas poco realistas que no son satisfechas? Prácticamente todas las personas construimos, en ocasiones, expectativas poco realistas y muchas veces de manera inconsciente.
En nuestra mente nos montamos ideas para el futuro sobre cómo nos gustaría que fuera nuestro trabajo, nuestra pareja, nuestros hijos, la casa de nuestros sueños, nuestra jubilación, proyectos… Y, admitámoslo, es muy difícil que todo se cumpla tal y como lo hemos ideado o que el resto de personas que nos rodean sean y actúen tal y como nosotros queremos.
En este artículo de ACM Psicólogos queremos ayudarte a comprender cuáles son las consecuencias de tener expectativas poco realistas y cómo podemos construir ideas más factibles que son igualmente gratificantes.
¿Para qué sirven las expectativas?
Las expectativas son las esperanzas o creencias que las personas tenemos sobre los sucesos que pueden ocurrir o no. Se basan en experiencias pasadas, conocimientos previos, pero también en las normas sociales, opiniones de otras personas o simplemente en las ideas y deseos de uno mismo.
Pueden tener un carácter más automático, que son aquellas que están fundamentadas por nuestros deseos, ilusiones y creencias, y que alimentamos sin ser plenamente conscientes de ello. También pueden ser de un carácter más reflexivo si se extrae de un análisis más profundo de la situación y de los factores involucrados, es decir, siendo más realista y consciente de la realidad.
Principalmente, las expectativas, si son realistas, nos sirven para prepararnos para la acción. Cuando nos anticipamos mentalmente a algo que nos pueda ocurrir, es más fácil enfrentarnos a ello y plantear un plan de actuación. En cambio, si las expectativas son poco realistas y difíciles de alcanzar, nos pueden traer decepción y sufrimiento.
¿Qué consecuencias derivan de las expectativas poco realistas?
Las consecuencias son tanto para la persona que tiene las expectativas como para aquellos que se ven afectados por ellas. Algunas de esas consecuencias son:
-Decepción y frustración. Cuando no se cumplen nuestras expectativas, podemos sentir decepción y frustración con nosotros mismos o con los demás por no cumplir con lo que esperábamos.
-Estrés y ansiedad. Al crearnos una presión innecesaria sobre nosotros mismos para alcanzar unos resultados o metas que pueden ser difíciles o incluso imposibles de lograr, puede hacer que nos sintamos ansiosos e incluso provocarnos estrés.
-Relaciones deterioradas. Cuando tenemos expectativas poco realistas o demasiado idealizadas en cuanto a los demás (pareja, hijos, padres, amigos, compañeros, etc.), y nos damos cuenta de que no son así, nos podemos sentir resentidos con esas personas y, en muchos casos, puede que nos provoquen tensiones con los demás, e incluso conflictos.
– Estancamiento y falta de progreso. Cuando estamos ante expectativas prácticamente inalcanzables, es posible que perdamos la motivación y evitemos tomar acciones necesarias para seguir avanzando hacia nuestras metas. Por tanto, se produce un estancamiento y falta de progreso en las diferentes esferas de nuestra vida.
– Autoestima afectada. Al no alcanzar esos sueños o expectativas poco realistas, es posible que nos sintamos incompetentes, que no creamos en nosotros y en nuestra valía, lo cual tiene un impacto negativo en nuestra confianza y bienestar emocional.
-Perder oportunidades. Al centrarnos y perseguir ciertas expectativas poco realistas, puede hacer que perdamos otras oportunidades más accesibles que pueden ser igual de buenas o incluso mejores.
¿Cómo construir expectativas realistas?
Para evitar esa frustración, estrés y baja autoestima, podemos tratar de construir expectativas más realistas, alcanzables y acordes con nosotros. Para ello, te proponemos seguir estos consejos:
-Toma consciencia de ti mismo y de lo que te rodea
Si no tienes la formación adecuada, no sueñes con un puesto de trabajo excepcional; si no tienes unos excelentes recursos económicos, no tiene sentido soñar con tener un palacio … No basta con desear las cosas, hay que actuar teniendo en cuenta lo que somos, tenemos y lo que nos rodea.
-Prepárate para la adversidad
Las personas con expectativas realistas, además de ser conscientes de su situación, posibilidades y recursos actuales, también tienen definidos un plan B para estar preparado para afrontar la adversidad e incluso encontrar en ella una nueva oportunidad.
-No aspires a la perfección
Un modo de ganar en salud mental e incluso en felicidad consiste en no aspirar a la perfección. Si tenemos las expectativas de que cada cosa que sucede o que hacemos sea absolutamente perfecta, seguramente vamos a sufrir.
-No sitúes tu felicidad en los demás
A veces, lo esperamos todo de nuestra pareja, de nuestros hijos, de la familia o de los amigos y, al ver que ciertas cosas no ocurren como nosotros esperamos, esto acaba por desesperarnos. Así que es mejor que te centres en aquello que depende de ti y que tú puedes controlar porque cuando tratamos de controlar lo incontrolable nos frustramos.
-Sé proactivo
No esperes a que aquello que deseas o anhelas llegue solo mientras sueñas con ello en el sillón. Lo adecuado es trabajar por aquello que queremos y, a la vez, estar preparado para saber responder y gestionar las cosas cuando no coinciden con las expectativas.
No te des por vencido ante un tropiezo, date el tiempo necesario para que suceda aquello que buscas sin perder la motivación y siendo constante.
Si, a pesar de estos consejos, no consigues hacer más realistas tus expectativas, quizás es el momento de pedir consejo a un profesional. En ACM Psicólogos nuestros psicólogos pueden ayudarte a comprender qué es lo que falla o cómo puedes orientar mejor tus decisiones. Contacta con nosotros y pide ahora tu primera cita online o presencial en el centro de Madrid.
Te ayudaremos a alejarte de las expectativas poco realistas por otras que sean menos exigentes y más cercanas a tus posibilidades Recuerda enfocarte en lo que puedes manejar y dejar ir aquello que se escapa de tus manos. Aprovéchate de la adversidad y de los giros del destino que pueden suponer una nueva oportunidad. De esta manera, te vas a ahorrar grandes momentos de sufrimiento y vas a ganar en salud mental.