¿Eres excesivamente tímido? ¿Te sientes mal o evaluado al hablar en público? ¿Te resultan difíciles las relaciones sociales?
Todas las personas, en algún momento de su vida, se han comportado con timidez. Sin embargo, un número reducido de personas sufren gravemente por encontrarse entre otras personas. Cuando esto pasa, no hablamos de timidez, sino de fobia social, uno de los principales problemas de ansiedad.
La fobia social es algo más que una timidez exagerada. Es un miedo irracional y desproporcionado a un cierto número de situaciones de interacción social. La persona está convencida de que actuará de manera inadecuada, ridícula, embarazosa o humillante. Esta convicción va acompañada de un número variable de sensaciones físicas como taquicardia, calor, rubor, sudoración, temblores o sensaciones en el estómago. Es por esto, que tiende a protegerse evitando afrontar situaciones en las que se siente mal. Si inevitablemente está en una de estas situaciones, realizará maniobras defensivas destinadas a que los demás no se den cuenta de lo que le está sucediendo.
El tipo más común de fobia social, con la que se relaciona la mayoría de las personas, es hablar en público. No obstante, otras situaciones comunes son comer en un restaurante; firmar un documento delante de un empleado en una tienda o un banco; u orinar en un baño público.
Lo que tienen en común estos ejemplos es que se exige que el individuo haga algo mientras los demás le están observando y, en cierta medida, evaluando su conducta. Esta es verdaderamente una fobia social ya que las personas no tienen dificultades para comer, escribir u orinar en privado. Solo se deteriora el comportamiento cuando les están mirando.
Las personas que son extremadamente tímidos en casi todas las situaciones sociales pueden ser incluidas en el subtipo de fobia social generalizada. Es decir, los síntomas aparecen en una amplia gana de situaciones sociales. Sin embargo cuando la fobia aparece en situaciones muy concretas (solo comer o hablar en público, por ejemplo), hablaríamos de fobia social específica.
Síntomas y manifestaciones de la fobia social
Al igual que los síntomas ansiedad, las manifestaciones de la fobia social se puede agrupar en un triple sistema de respuesta: respuestas cognitivas, respuestas fisiológicas y respuestas motoras
Síntomas y manifestaciones cognitivas
A nivel cognitivo aparecen un gran conjunto de pensamientos catastróficos de diversa índole. En primer lugar, estos pensamientos versan sobre la propia actuación, que augura inadecuada. A continuación, se tiende a pensar que los demás se darán cuenta y, por ello, le enjuiciarán en términos muy negativos. Finalmente, en algunos casos, ese juicio despectivo creen que se convertirá en rechazo personal.
Otro tipo de pensamientos serían aquellos que implican una autovaloración negativa. Es decir, la persona toma su dificultad para estar cómodo en situaciones sociales y su ineficacia para relacionarse con otros, como pruebas sólidas de su falta de valía personal.
Por último, otra línea de pensamientos ansiógenos tiene que ver con la percepción y evaluación negativa de las propias sensaciones físicas de ansiedad. El problema es que al percibir estas sensaciones de una manera tan evidente, piensa que los demás también las van a percibir con la misma claridad, con lo que automáticamente le enjuiciarán de forma negativa.
Manifestaciones y síntomas fisiológicos
A nivel fisiológico, los cambios físicos que se producen son muy similares a los que ocurren en cualquier otro trastorno de ansiedad. Nuestro organismo se prepara para una situación difícil y los cambios físicos que percibimos se producen porque nuestro sistema nervioso autónomo se acelera e implica una gran cantidad de reacciones bioquímicas y hormonales. En cuanto percibimos una situación como peligrosa, nuestro cerebro dispara nuestro “programa de ansiedad” (aceleración cardíaca; aumento de la respiración; aumento de la temperatura y de la tensión muscular; etc.). Cada uno de los cambios físicos que se producen tiene un objetivo adaptativo:
- Temblor: cuando estamos nervioso nuestros músculos se tensan a la espera de acción, por eso estamos inquietos y nos apetece movernos. Como esta tensión extra no se usa, en algunas personas al acumularse a ciertos niveles puede provocar temblores o incluso calambres. No es extraño que si una persona percibe que su mano tiembla, para solucionarlo, tense lo músculos de su brazo y mano para que los demás no lo noten, pero paradójicamente al aumentar más la tensión, el efecto del temblor empeora.
- Sudoración. Es un efecto directo del aumento de la temperatura. Todos los cambios físicos de la ansiedad van acompañados de aumento de la temperatura corporal. A partir de cierta temperatura, el organismo pone en marcha el sistema de refrigeración y aparece el sudor, que no es más que la manera que tiene el cuerpo de enfriarse. Algunas personas tienen más glándulas sudoríparas y por eso sudan con más facilidad.
- Rubor. De todos es el más difícil de explicar. No deja de ser una herencia de la especie. Implica, ante situaciones de ansiedad, una vasodilatación en la zona del rostro. Sin embargo, es importante saber que este rubor se asocia también a otras emociones como sorpresa, alegría o excitación sexual.
Estas reacciones físicas no tienen ninguna importancia especial; la misma que el resto de cambios fisiológicos. Sin embargo, las personas tienden a darle más importancia porque podrían ser más fácilmente perceptibles para los demás.
Respuestas motoras
A nivel motor, la persona con fobia social ejecuta acciones destinadas a no sentir ansiedad; que no se note exteriormente; y a no actuar torpemente; y a reducir la posibilidad de ser enjuiciado en términos devaluativos por los demás.
Estas conductas de seguridad pueden ser catalogadas como conductas de evitación o preventivas, y como conductas de escape. El objetivo de estas conductas de escape y/o evitación es que la persona se sienta segura. Las conductas de seguridad más frecuentes son: evitar afrontar situaciones temidas no yendo; tomar alcohol o ansiolíticos antes de llegar al sitio temido; situarse en situaciones sociales de forma estratégica para pasar desapercibido; no preguntar en clase; no mirar a los ojos o desviar la mirada; broncearse o maquillarse para que no se note el rubor; taparse la cara con el pelo para que no se note el rubor; usar ropa ancha y fresca para que no se vea el sudor; hablar poco o ininterrumpidamente para evitar silencios; hablar de un solo tema que se domina; escapar al baño; tensar músculos para no temblar; apretar vasos al cogerlos; etc.
Tratamiento de la fobia social
El tratamiento cognitivo conductual es un tratamiento eficaz y de primera elección para la fobia social. Esta terapia incluye el uso de diferentes técnicas que suelen ser utilizadas de forma conjunta para reducir los niveles de ansiedad: relajación; entrenamiento en habilidades sociales; exposición; y reestructuración cognitiva.
Básicamente, el tratamiento va a ir dirigido a modificar las creencias y pensamientos negativos irracionales y entrenamiento en habilidades de afrontamiento de las situaciones temidas y evitadas.
La terapia cognitivo conductual ha demostrado ser un tratamiento de elección por los buenos resultados obtenidos en la disminución de la ansiedad social.
Escrito por: Blanca Fernández
Psicóloga sanitaria en ACM Psicólogos