El trastorno límite de la personalidad es uno de los trastornos de personalidad más comunes. Las personas que padecen este trastorno tienen una vida muy turbulenta; su estado de ánimo y sus relaciones son inestables y suelen tener una autoestima muy baja.
En psicopatología el concepto de trastorno “límite” tiene una amplia tradición. En este trastorno hace referencia a que:
- Se asocia con mucha frecuencia con otros trastornos, como la histeria; personalidad múltiple; los trastornos afectivos; y con otros trastornos de personalidad (histriónico, narcisista y antisocial).
- Aparece en etapas tempranas y, dependiendo de su gravedad y de la presencia de “incidentes críticos”, puede dar lugar a traspasar el límite con la normalidad y derivar hacia la presencia de psicopatologías.
- Actúa como elemento de vulnerabilidad precipitante de psicopatologías graves, sin que haya un incidente critico importante.
¿Qué es el trastorno límite de la personalidad?
El trastorno límite de personalidad se caracteriza un patrón dominante de inestabilidad de las relaciones interpersonales; de la autoimagen y de los afectos; e impulsividad intensa.
Según el Manual de Criterios Diagnósticos, estas personas se caracterizan por:
- Esfuerzos desesperados para evitar el desamparo real o imaginado.
- Patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas.
- Alteración de la identidad. Inestabilidad intensa y persistente de la autoimagen y del sentido del yo.
- Impulsividad en dos o más áreas que son potencialmente autolesivas.
- Comportamiento, actitud o amenazas recurrentes de suicidio, o comportamiento de automutilación.
- Inestabilidad afectiva debida a una reactividad notable del estado de ánimo.
- Sensación crónica de vacío.
- Enfado inapropiado e intenso, o dificultad para controlar la ira.
- Ideas paranoides transitorias relacionadas con el estrés o síntomas disociativos graves.
La inestabilidad y la ambivalencia caracterizan al trastorno límite de la personalidad en prácticamente todos los ámbitos de su vida. Esto da como resultado la presencia de actitudes cambiantes; emociones erráticas o carentes de control; y comportamiento caprichoso y poco fiable.
Son personas impulsivas, impredecibles y a menudo explosivas. Por esto, su presencia no resulta cómoda ni agradable para los demás. Pueden presentar grandes cambios en su estado de ánimo, con periodos de abatimiento y apatías extremas. Éstos se entremezclan con episodios de ira, ansiedad o agitación. Son personas que se ofenden con mucha facilidad por cualquier cosa. Además, son caprichosos; se lamentan continuamente por el estado ruinoso de sus vidas; se sienten faltos de cariño o no queridos en absoluto; y son cabezones, inmaduros y pesimistas.
Además, hay dos características más que distinguen a las personas con trastorno límite de la personalidad de otras personas con trastornos menos graves. Por un lado, la ausencia de competencia social que se manifiesta por una incapacidad para lograr una posición social, laboral o educativa acorde a sus capacidades y aptitudes intelectuales o socioculturales. Y, por otro, la presencia de episodios psicóticos reversibles. Éstos se caracterizan por la pérdida del contacto con la realidad acompañados de ausencia de control cognitivo y emocional.
Causas del trastorno límite de la personalidad
Al igual que el trastorno de personalidad esquizotípica parece tener una asociación familiar con la esquizofrenia; el trastorno límite de la personalidad tal vez tenga una conexión familiar con los trastornos del estado de ánimo. Sin embargo, aunque algunos rasgos pueden ser hereditarios, al parecer hay un gran margen para las influencias ambientales.
Causas biológicas
Son muchos los estudiosos que han intentado dar explicación al origen de este trastorno. Por un lado, encontramos los planteamientos que sitúan el trastorno límite de la personalidad dentro del grupo de los trastornos afectivos. De hecho, algunos investigadores mantienen que la ciclotimia sería una entidad subclínica de la personalidad límite.
Causas sociales
Por otro lado, autores como Millon defienden que los cambios en los modelos y hábitos de crianza de las últimas décadas; de las relaciones de pareja; en la cohesión familiar; los estilos de ocio, etc., son los responsables del incremento innegable del trastorno límite de la personalidad. De hecho, en lugar de encontrarse durante las primeras etapas del desarrollo con un cuerpo coherente y organizado de prácticas, conductas y creencias; los niños se enfrentan a estilos de vida cambiantes y muy diversos.
Además, se ha producido una perdida dramática de recursos que antes podían amortiguar los efectos negativos de las relaciones conflictivas entre padres e hijos. Las familias grandes, las figuras familiares protectoras o las instituciones sociales, proporcionaban una segunda oportunidad de conseguir apoyo y cariño; además de proporcionar la oportunidad de observar otros modos y modelos de convivencia menos problemáticos.
Obviamente, estos cambios culturales no son suficientes por sí mismos para explicar el aumento del trastorno límite; pero aportan un ingrediente importante a las causas biopsicosociales de este problema.
Causas cognitivas
Estas investigaciones dan un papel muy importante a las estructuras encargadas de codificar y elaborar toda la información relacionada con el propio yo. Además, es importante tener en cuenta que estas estructuras también están implicadas en cómo percibimos la realidad. De este modo, desde esta teoría se defiende que la persona no sabe quién es y, por eso, no sabe qué quiere, cuándo lo quiere ni cómo lo quiere. Tan pronto ama algo, como lo odia; esta triste o esta alegre; rápidamente algo le fascina como le aburre. En definitiva no sabe qué hacer con su vida porque no sabe de qué cosas es capaz. Su inestabilidad emocional y su ausencia de control pueden deberse a la carencia de un esquema que le ayude, por un lado, a situarse en el mundo; y, por otro, a integrar de un modo coherente sus experiencias y vivencias.
Tratamiento del trastorno límite de la personalidad
Muchas personas parecen responder de manera positiva a una gran diversidad de medicamentos; incluidos los antidepresivos y el litio. No obstante, los esfuerzos por proporcionar un tratamiento farmacológico eficaz se complican por problemas de abuso de sustancias; por incumplimiento del tratamiento; y por los intentos de suicidio.
Las investigaciones sobre el tratamiento psicológico son limitadas. En la actualidad, tenemos la terapia dialéctico conductual. Ésta se centra en ayudar a afrontar los estresores que parecen activar las conductas suicidas. Esta terapia psicológica proporciona apoyo y les ayuda a identificar y regular sus emociones. Se trabaja la solución de problemas, de manera que puedan manejar las dificultades de manera más eficaz. Además, reciben un tratamiento similar al utilizado por quienes sufren estrés postraumático. De esta manera, los sucesos traumáticos se reexperimentan para ayudar a extinguir el temor asociado con ellos. En la última etapa del tratamiento, los pacientes aprenden a confiar en sus propias respuestas más que a depender de la aprobación de los demás. Con esta terapia, se reducen los intentos de suicidio; el abandono del tratamiento; y las hospitalizaciones. Asimismo, las personas con trastorno límite de la personalidad presentan menor ira y un mejor ajuste social.
Escrito por: Blanca Fernández
Psicóloga sanitaria en ACM Psicólogos