¿Qué es la depresión mayor?
La depresión mayor es un síndrome o agrupación de síntomas en el que predominan los síntomas afectivos (tristeza patológica, decaimiento, irritabilidad, sensación subjetiva de malestar e impotencia frente a las exigencias de la vida). Aunque, en mayor o menor grado, también están presentes síntomas de tipo cognitivo, volitivo o incluso somático, por lo que podría hablarse de una afectación global de la vida psíquica, haciendo especial énfasis en la esfera afectiva.
¿Qué factores la desencadenan?
Si bien las causas de la depresión no son conocidas, diferentes factores podrían intervenir en su génesis, como determinados factores genéticos, vivencias de la infancia y adversidades psicosociales actuales (contexto social y aspectos de la personalidad). También podrían jugar un papel importante como factores de riesgo en el desarrollo de una depresión, dificultades en las relaciones sociales, síntomas ansiedad continuados y no resueltos, el género, el estatus socio-económico o disfunciones cognitivas, aunque lo más probable sea una interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales.
La edad de inicio de la Depresión Mayor, aunque varía en diferentes estudios, puede establecerse entre los 30 y 40 años, y alcanza un pico máximo de incidencia entre los 18-44 años. La presentación de la enfermedad puede ser distinta con la edad, y así, los jóvenes muestran síntomas fundamentalmente comportamentales mientras que los ancianos tienen con mayor frecuencia síntomas somáticos.
¿Cuáles son los factores de riesgo más comunes?
La depresión mayor es un proceso complejo cuya probabilidad de desarrollo depende de un amplio grupo de factores de riesgo. Entre las variables que incrementan el riesgo de depresión se incluyen factores personales, cognitivos, sociales, familiares y genéticos.
Dentro del papel atribuido a las circunstancias personales o sociales se ha destacado la pobreza y las enfermedades crónicas; tanto físicas como mentales. La posible asociación con el consumo de alcohol y tabaco. Las circunstancias laborales, ya que los desempleados, discapacitados y las personas en baja laboral por enfermedad o por maternidad presentan depresiones con mayor frecuencia. El estado civil y el estrés crónico parecen relacionarse con una mayor probabilidad de desarrollar depresión. También se observa que la exposición a adversidades a lo largo de la vida está implicada en el comienzo de trastornos depresivos y síntomas ansiosos.
Los descendientes de pacientes con depresión constituyen un grupo de alto riesgo tanto para enfermedades somáticas como psiquiátricas. Estas enfermedades comienzan en edades tempranas y persisten durante la edad adulta. Por otro lado, los rasgos neuróticos de la personalidad se asocian con una mayor incidencia y recaídas de depresión mayor. Probablemente, este rasgo de personalidad infiere una mayor susceptibilidad para desarrollar depresión ante los eventos adversos de la vida.
¿Qué criterios se siguen para diagnosticar una depresión mayor? (según el DSM-5)
Ánimo depresivo casi diario (durante la mayor parte del día), desde hace 2 semanas y desde un momento preciso y reconocible. Se requiere la presencia de al menos 5 de los siguientes síntomas depresión mayor, incluido 1 de los 2 primeros:
1) estado de ánimo depresivo
2) disminución significativa del interés en casi todas las actividades y/o de las sensaciones placenteras relacionadas con ellas
3) apetito aumentado o disminuido, o pérdida importante (no relacionada con la dieta) o incremento en el peso corporal
4) insomnio o hipersomnia
5) agitación o inhibición psicomotora
6) sensación de fatiga o pérdida de energía
7) sentimiento de minusvalía o sentimiento de culpa infundado
8) disminución en la destreza cognitiva, dificultades en la atención o en la toma de decisiones
9) pensamientos recurrentes de muerte (no solo temores a la muerte)
10) pensamientos suicidas recurrentes sin un plan determinado, intentos de suicidio o un plan suicida.
¿Qué tipos de técnicas combinamos en el tratamiento de la depresión mayor?
La terapia establecida como eficaz para el tratamiento de la depresión es la terapia cognitivo conductual. Algunas de las técnicas cognitivo-conductuales que desde nuestro equipo de psicólogos llevamos a cabo son:
Técnicas conductuales:
- Activación Conductual: La planificación gradual de actividades, de tareas. La evaluación de las mismas, en función de “dificultad-placer” y, la planificación de actividades gratificantes. En este sentido, fomentar las actividades sociales y el ejercicio físico son actividades del todo recomendables como fuente de activación de la conducta. También son elementos distractores que permiten a la persona desviar su foco de atención problemático; al menos por un tiempo determinado.
- Entrenamiento en focalización de la atención en experiencias agradables; Potenciar la identificación de características placenteras de cada momento y aumentar el tiempo de exposición a las mismas.
- Autocuidados : Enriquecer el medio en el que nos desenvolvemos. Mantener hábitos de vida saludables (dieta, ejercicio físico, etc). Entrenamiento en auto-refuerzo e higiene del sueño.
- Exposición gradual a los estímulos y situaciones dónde el sujeto realiza predicciones catastrofistas, negativas o de fracaso. En este sentido, las técnicas de respiración y de relajación muscular suponen un importante soporte a la hora de enfrentarse a dichas situaciones.
Técnicas cognitivas:
- Registro de pensamientos. Autorregistros que determinen el tipo de pensamientos y su relación con la situación estímulo, las emociones asociadas a los mismos y las estrategias de afrontamiento.
- Reestructuración cognitiva. Discurso socrático. Se trataría de suscitar preguntas que activen determinados pensamientos: « qué pasaría si… ? », ¿qué supondría que… ?, con el objetivo de identificar incongruencias y darles respuestas alternativas
- Entrenamiento en toma de decisiones y solución de problemas; Se tratará de desarrollar pautas de acción planificadas y secuenciadas para la resolución eficaz del problema.
- Entrenamiento en habilidades sociales. Importancia de la comunicación no verbal, manejo de las críticas, recibir y aceptar halagos; en definitiva, favorecer una conducta asertiva, que favorezcan el contexto de negatividad en el que se ve inmerso el paciente.
- Control de la ira. Identificar los estímulos internos/externos discriminativos, diferenciar los estados emocionales y llegar a la regulación de los mismos, la significación subyacente a éstos y su modo de afrontamiento más óptimo para el paciente
Si precisas orientación y apoyo porque estás pasando por momentos complicados como los que hemos citado anteriormente, no dudes en ponerte en contacto con ACM psicólogos Madrid en el teléfono 647 935 514. Evaluaremos tu situación y buscaremos en conjunto las estrategias más adecuadas.
Escrito por Alba Ortiz
Psicóloga Colaboradora en ACM psicólogos